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Foto del escritorLuisa María Oviedo

Sobre matrimonio y otros traumas

Decir que te vas a casar trae consigo una cascada interminable de opiniones y juicios que jamás pediste, como también felicitaciones auténticas y amorosas de aquellos que se sienten felices por ti (crean o no crean en el matrimonio). Desde que compartí que soy yo la que ahora se casa, no quedé exenta de tremendos prejuicios, miedos y carencias de muchas personas a mi alrededor.


No creí en el matrimonio hasta que me convertí en la mujer que quería ser realmente y que conocí a un compañero de vida increíble con quien realmente vale la pena casarse. Supongo que esos preconceptos que tenemos del amor, relaciones, vínculos y matrimonio, vienen de todo aquello que formamos mentalmente en nuestros cerebros cuando somos apenas unos niños y captamos de manera inconsciente tanta información de nuestros padres, nuestros abuelos y de todas las parejas que nos rodeaban. En mi caso, muchas de mis creencias sobre el matrimonio venían precisamente de que no llegué a este mundo a un matrimonio formal ni a una familia convencional. Para mí el compromiso con otra persona estaba fuera de mis planes, no solo porque no tuve un ejemplo de familia nuclear típica, sino porque también me repetían hasta el cansancio que con mi actitud y carácter nadie, absolutamente nadie, me iba a querer y me iba a quedar sola por el resto de mi vida.


En diciembre del 2022 con Amor decidimos en una conversación que queríamos dar el siguiente paso, casarnos. No fue nada inesperado, ni una pedida de mano descrestante, total, como buena feminista, esas pedidas no van con mis valores sobre el amor y la libertad. Fue una buena conversación honesta (más bien muchas a lo largo de nuestros 4 años) donde planteamos nuestras expectativas y motivaciones, esto nos bastó para darnos cuenta que queríamos seguir construyendo un vínculo hermoso y una vida increíble, pero también me permitió ver que yo auténticamente quería algo más con esto: sanar mi linaje femenino.


No se imaginan la cantidad de creencias que tienen las personas sobre el matrimonio y tantas de las muchas explicaciones para las mismas que tengo yo desde mi manera de ver las cosas. Como cuando te dicen "¿Para qué te vas a casar? mejor gástate la plata en un viaje", lo único que leo aquí es: unión = gasto. O cuando me comentan: "¿Para qué quieres tu relación en un papel?" yo entiendo compromiso = trámite. Pero la que más me dicen es "el matrimonio termina en divorcio" y yo solo leo entre líneas matrimonio = apego.


Cada quien habla desde su visión de las cosas. Yo vengo de un matriarcado y no precisamente por decisión. Muchas de las mujeres de mi familia son y fueron mujeres solas que tuvieron relaciones tormentosas, fueron maltratadas y violadas, o quedaron viudas. Mi manera de cortar con los patrones, los sesgos cognitivos y el dolor generacional no será casarme ni el matrimonio en sí, sino más bien: hacer lo que me pide el alma, tener vínculos sanos donde hay cuidado y ternura, vivir la vida que quiero para mí y no la que le sirve a los demás. Y pasa, que en ese hacer, me encontré con esta idea: amor = libertad.


Por eso, cuando la gente viene con sus traumas arrolladores yo solo digo: "tú con tus traumas y yo con los míos" o me quedo con esta que le escuché a uno de mis mejores amigos cuando los demás critican la idea del matrimonio: "también existen matrimonios felices". Y es precioso cuando lo entiendes y lo sientes, porque quiere decir que cuando amas en libertad no tienes miedo de perder, porque cuando amas de verdad, jamás pierdes, aunque todo termine en una ruptura.


No pretendo convencer a nadie de que salgan corriendo a casarse, sino regalarse un instante de cuestionamiento sobre el lugar desde dónde vienen todas esas creencias como también preguntarse de dónde viene el querer sabotear la felicidad y la convicción de los demás cuando nos cuentan un sueño cumplido o por cumplir. ¿De dónde viene la necesidad de que el trauma salga a relucir? y aquí mi única teoría es que viene del anhelo inconsciente de querer sanar ese trauma.


Cásense y sean felices,

o no se casen y dejen que los demás sean felices.


Por mi parte, vivo todo este proceso del matrimonio, cada detalle, cada ajuste, cada cita con la wedding planner, como un proyecto creativo lleno de amor, como un derecho de nacimiento, ese, el de ser feliz.






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